Suficientemente ilustrado está en la historia y
en los hechos actuales del país, cómo se necesita solo un puñado de violentos
para someter y aterrorizar a una sociedad frágil y cobarde como la nuestra.
El famoso acuerdo de paz de santos y todas las
concesiones que hizo a los narcoterroristas farc, allanaron el camino para toda
esta “protesta social” desmadrada que hoy siembra el país de caos y destrucción;
y ahí no van a parar, ¡esto apenas comienza! Con esa violencia que generan
vulneran todos los derechos de la sociedad que apáticamente se deja avasallar.
Santos apeló a la naturaleza humana y a la
bondad de muchos para promover los deseos normales de una sociedad de que sus
enemigos se reformen, se arrepientan y se rediman, y fue así como el país ha
recibido a los narcoterroristas, primero los del m-19 y ahora los de las farc:
con abrazos, apretones de mano, curules y un tribunal de impunidad, pero los criminales
solo quieren venganza y poder para someter al país a su modelo socialista calcado
de Venezuela e inspirado en el modelo comunista de Cuba.
Los genocidas no se reforman, se rearman; y
estos narcoterroristas farc-m19-eln, lo han hecho muy inteligentemente, pues no
solo se han rearmado militarmente, sino que han repotenciado y multiplicado sus
espacios en todas las esferas sociales del país, manejan la justicia, la educación,
dictan cátedra de moral, de administración, y manejan cual titiriteros una
chusma de vándalos que se apoderan de cualquier causa de protesta para
convertirla en actos violentos y generar anarquía para desestabilizar al
gobierno.
A no ser que tomemos cartas en el asunto y
decididamente removamos a esos violentos de nuestra sociedad, vamos rumbo a
perder las dichosas libertades y los famosos derechos de los que tanto nos
vanagloriamos diciendo que somos una democracia centenaria y sólida.
La violencia no se puede detener sino estamos
dispuestos a responder con fuerza y enfrentando a los criminales con decisión y haciendo uso de todos los medios legales y autorizados por nuestra constitución.
Los criminales solo se amedrentan cuando se les
apunta con armas más grandes y numerosas que las que ellos tienen.
Recordemos que quienes no se revelan frente a
los violentos, acaban siendo sus víctimas y sus esclavos.
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